Publicado en MSemanal sonidos binaurales que simulan el efecto de las drogas.


CANCIONES PARA DROGARSE POR iPHONE E INTERNET

Ponerse los audífonos en un ambiente de silencio y tranquilidad, atender el audio del MP3 y esperar relajado hasta sentir el mismo efecto del crack. Así de sencillo es drogarse, ponerse feliz o aumentar la capacidad para concentrarse hoy en día.
Los sonidos binaurales son ondas de dos frecuencias diferentes que llegan por separado a cada oído, y que al mezclarse en un tercer sonido dentro del cerebro envían señales capaces de producir relajación, sueño, felicidad, excitación, eliminación del dolor, estados alterados de conciencia y otros “beneficios” para la salud física o psíquica. Según sus creadores, además de ser legales, son seguros, no causan adicción y pueden ser utilizados sin restricciones. Instrumentos sonoros perfectos para ésta época light, ya que producen los mismos efectos que cualquier droga clandestina pero sin sus consecuencias.
El científico alemán Heinrich Wilhelm Dove descubrió los sonidos binaurales en 1839. La comunidad científica corroboró que las frecuencias auditivas están asociadas a los estados de la mente, que hoy en día pueden ser verificados a través de la lectura de encefalogramas, y se equiparan a la sensación que provocan la meditación o los mantras.
USO DE DROGAS AUDITIVAS
Los sonidos binaurales —también conocidos como “dosis”, “e-Drugs”, “drogas virtuales” o “I-dosificadores”— son archivos musicales en formato DRG, popularizados y diseminados a través del sitio de internet I-Doser, el mayor creador de estos sonidos. Se accede a la página a través de una PC o una MAC, y hay tonos “puros”, sesiones cortas y largas. Hay también el I-Doser MP3 y el disco compacto de la misma marca, más las aplicaciones para iPhone y Android, cuyas versiones son más cortas con el fin de ser escuchadas cuando uno va en el transporte público, hace ejercicio u otra actividad y quiere tener los efectos que ofrece el menú, que incluyen speed, crack, peyote, metanfetaminas, éxtasis, demerol, morfina, marihuana, opio, alcohol, etcétera.
Se recomienda realizar esta práctica en un sitio sin ruido externo, recostarse sin rigidez, con las luces apagadas o los ojos vendados, y asumir la intención de concentrarse exclusivamente en el sonido de los audífonos. Los resultados varían, como ocurre con cualquier droga. Pero hay ciertas recomendaciones de sus creadores para hacer efectiva la dosis: ejercitar el cerebro con el audio cuantas veces sean necesarias para alcanzar los objetivos; administrar la dosis auditiva sin esperar nada y sin estar física o mentalmente alterado, para así concentrarse en el audio; la tensión, los nervios o la negativa mental a dejarse llevar por la dosis son obstáculos que eliminarán la sensación producida por la droga musical. No obstante, habrá quien en su primera dosis se sumerja en un viaje de ácido, peyote, metanfetaminas o las tres el mismo día sin ningún problema.
A pesar del entrenamiento cerebral hay que predisponerse y estar seguro de dejarse llevar para recibir la sensación, como en un efecto placebo; o bien, antes de tomar una porción, usar una dosis denominada “acondicionamiento”, que regula el cerebro para producir el efecto. Si sufre de baja concentración, el “acondicionamiento” estimula el cerebro, que así quedará listo para el DMT o el éxtasis. Con el tiempo y un cerebro listo para recibir su dosis de droga auditiva, ya no será necesario recurrir a ésta predosis. Hay personas u ocasiones en que no se llega a experimentar nada por el mismo estado de ánimo del usuario o por la cantidad de pensamientos que se tienen. La repetición y el aumento de la dosis son condiciones necesarias para alcanzar el autoacondicionamiento.
En caso de estar tan acondicionado a las e-Drugs o ya saturado de ellas, y que esto obstruya la posibilidad de sentir el efecto de las dosis, hay que escuchar el sonido “Reset” y el cerebro volverá a su estado “cero”.
Como con toda droga, será necesario el aislamiento, aunque con audífonos. Incluso si no son adictivas ni provocan repercusiones, hay que disponer del espacio y tiempo suficiente para poder vivir con el efecto constante. Uno puede volverse “drogadicto” o dependiente del audio sólo por el efecto placebo, pero también se puede recurrir al audio para obtener un estado específico de ánimo o autoayudarse por problemas somáticos. Las drogas auditivas tienen un único costo, pues se compran sólo una vez y tienen capacidad de reproducción ilimitada, son de fácil y rápido acceso en todo momento y tienen una amplia gama de elecciones.
Producen los mismos efectos que una droga, pues funcionan alterando la actividad cerebral, tanto más cuando su uso es constante, lo que también, sin duda, tendrá repercusiones físicas de alguna 
OTRAS DOSIS Y LA MATRIX AUDITIVA
El sitio I-Doser, más popular por sus drogas que por su uso terapéutico, también ayuda a reducir el estrés pre y postoperatorio, y disminuye la ansiedad en los pacientes alterados sin la necesidad de fármacos que afecten la fase operatoria. Ayuda también a mejorar la concentración, y con las nuevas investigaciones audiovisuales podría simular condiciones específicas para ayudar a los procesos terapéuticos o eliminar fobias, superar recuerdos, lugares cerrados, terrores inconscientes o cualquier otro uso terapéutico imaginable.
No obstante, también podría servir para provocar terror, aumentar la sensación de ansiedad en una película en 3D, potenciar el estrés o influenciar subliminalmente al usuario mediante el audio. Hay quien dice que puede ser usado para manipular y condicionar a un individuo con el fin de obtener una reacción, al estilo de la novela de Anthony BurgessNaranja mecánica, llevada al cine.
Como en una historia de ciencia ficción, el I-Doser ha provocado polémica entre los fatalistas renuentes del mundo cibernético ideal y los acérrimos defensores de la Matrix auditiva. Éstos argumentan desde el beneficio ecológico hasta la bondad de su consumoligth y efectivo, porque se evitarían las muertes por narcotráfico e incluso el narcotráfico mismo. Se eliminarían, además, la corrupción en los estratos económico-políticos al desaparecer el dealer “villano”, los productores, los “burreros”, los transportistas de drogas y demás intermediarios. Además, ahorra el agua que se consume para la siembra de droga y la gasolina para su distribución. Las e-Drugs pueden compartirse por el ciberespacio, ser totalmente gratuitas y contribuir al ahorro del gasto común. Para reforzar esta comedia futurista, I-Doser tiene una convocatoria en su página web que invita a convertirse en un dealer profesional de drogas auditivas mediante una tajada del porcentaje. Aseguran también que el I-Doser es bueno porque genera empleos.
VENDER E-DRUGS
Este es el comercial que I-Doser sostiene en su página web: “Es el momento perfecto para empezar a vender dosis de audio de la marca I-Doser. Hemos llegado a ser internacionalmente conocidos a través de comentarios positivos de algunas de las fuentes de noticias del mundo de mayor renombre; debido a la prensa, algunos de nuestros distribuidores están haciendo miles de dólares. Nos paga el 20 por ciento por venta de afiliados y tiene uno de los portales de ventas más avanzados de seguimiento de la industria. Regístrate y empieza a ganar dinero extra por difundir la información acerca del I-Doser”.
Los más renuentes del mercado dicen que se puede convertir en un problema social, cuando las drogas auditivas sean manipuladas por consorcios farmacéuticos, por el Estado o por “científicos locos” que manipularán la mente de los hombres para “enajenar” más.
La polémica entre el futurismo ideal y la nostalgia natural se gesta en las comunidades del blog binaural, sus boletines de noticias, foros y experiencias de los “adictos” que “a veces se comparten dosis gratis”. Sin embargo, fuera de los augurios ficcionales y las diatribas nostálgicas, el mundo I-Doser comienza a ser problemático.
Existen dosis en páginas web, cuya legitimidad es sospechosa: no se sabe si lo que se escucha es una dosis o un ruido extraño con efectos desconocidos. Hay dosis de imitación y falsificación, ¿cómo saber la diferencia cuando uno es un usuario primerizo? ¿Qué sucede al comprimir el archivo o trasformarlo de su formato de origen a uno más usual, versión MP4 o con un sonido de alta definición? ¿Qué sucede al mezclarlo con otras tecnologías, con otras dosis, dos o tres diferentes en un mismo audio, o al mezclarlo con una dosis inhalada o fumada?
Si nunca se ha consumido hachís, heroína o PVC sabor guayaba, ¿cómo saber si el efecto del audio, su promesa, es el efecto de la sustancia? Otro problema, aunque menor, es que cuando uno elige una dosis antiestrés, por ejemplo, la idea para que sea efectiva es estar concentrado y relajado, ¿cómo consumir la dosis cuando en efecto se está tenso, alterado o nervioso?
A pesar de ello, algunos videos en internet muestran convulsiones y efectos de calambres, sensaciones extrañas en los usuarios que alteran sus estados de ánimo con sonidos binaurales.
MI PRIMERA DOSIS
Descargué los archivos, recomendaciones y datos históricos de la dosis con facilidad. Reproducirla es lo complicado por el archivo de origen DRG. Así que no cualquier adolescente con un MP3 puede tener acceso ni ir en el asiento trasero con su familia colocándose DMT. Lo que sí es sencillo es utilizar el YouTube y reproducir una dosis.
Acudí con un amigo, que se convirtió en Hacker-dealer, y en un momento —lo cuál no deja de ser cómico— me proveyó de 281 dosis de drogas auditivas en un pequeño MP3. Comencé con un audio de efecto leve y aumenté hasta uno más denso; llevé un registro de mi estado de ánimo y de mis experiencias en diferentes lugares con las dosis: cambiar los niveles de volumen, utilizarlas con bocinas en lugar de audífonos, etcétera.
Escéptico, tomé la primer dosis de “marihuana” sin sentir efecto alguno. El sincopado de la “música” y los ruidos extraños y cortantes, los cambios de audio sin armonía, acompasados por un beat, pueden ser molestos al principio. Es raro estar recostado con los ojos cerrados, en un ambiente calmado, esperando sentir el efecto de una droga con sólo escuchar. Lo adjudique al ruido, quizá a mi falta de atención al audio, al poco volumen y hasta pensé que algo estaba mal. No me drogué pero sí me confundí e inquieté seguido de un efecto excitante, como si estuviera haciendo “algo malo”.

TOMA UNO, DOS, TRES Y NADA.
La segunda ocasión traté con un tipo más fuerte de marihuana. Más tranquilo, pensé que tenía que acostumbrarme. Al inicio pude advertir la boca reseca y sensación de ligereza. Después de un lapso de tiempo, el pequeño beat, parecido a una gota de agua que cae, retumbaba dejándome una sensación extraña en la cabeza, como si algo me estuviera manipulando por dentro. Adjudique el lapso de la sensación a un efecto placebo; estaba concentrado en el audio de la dosis, pero aún esperando “sentir”.
En la tercera dosis puse “cocaína”. En realidad no sentí efecto alguno. Al abrir los ojos al final del audio estaba tranquilo, relajado. Parecía que estuviera utilizando una especie de somnífero en lugar de una droga que altera. Repetí la dosis de “marihuana”, “cocaína” y un “energizante”. Pero no logré conseguir efecto alguno, más que el descanso. Siempre al despertarme estaba calmado; no obstante, cuando medito me siento mejor. El estar recostado sin hacer nada durante un tiempo relaja el cuerpo. Es un tipo de meditación guiada pero con un audio extraño.
No me concentraba del todo y sabía que las formas para interrumpir u obstaculizar el “efecto” eran pensar en cualquier cosa, estudiar lo que se siente al momento, abrir los ojos, mover las manos o brazos, no entregarse por completo al audio, ruidos externos o hasta rascarse la nariz.
Probé acondicionarme: amoldar mi cerebro al efecto. Luego de estar ahí sin hacer nada, lo que quería era no drogarme, sino sentir el efecto de estar recostado sin hacer nada durante más de 20 minutos. Al despertar hay descanso e inclusive un poco de energía.
Un par de veces medité, porque mi estado de ánimo estaba perturbado; pero al igual que con el “acondicionamiento”, lo que quería era no volver a alterarme. Después de dosis diarias ya comenzaba a dolerme la cabeza y al despertar tenía ligeros mareos. Más de una vez me quité los audífonos, por lo que no daba el tiempo necesario para el efecto, pues me perturbó el beat, la gota dentro de la cabeza.
Un día me recosté en cama después de haber bebido alcohol para experimentar el efecto del LSD, pensando que la combinación provocaría ahora sí algún efecto. Pero nada pasó. Me quedé dormido.
Al día siguiente escuché la dosis que cura la resaca. Estar recostado me relajó durante el audio, al levantarme volví a sentir la resaca. Boca seca, sed, dolor de cabeza. Puedo decir que “funcionó”, pero que al dejar de escuchar el audio, a mi cuerpo regresó la resaca.
Escuché entonces la dosis del sueño y sí me quedé dormido. Lo adjudiqué a que recurrí al audio con la idea de dormir en efecto, relajándome sin pensar en nada. Luego de eso intenté dosis fuertes: “Puertas del hades, Mano de dios, Masoquismo, Multi O y Fuera del cuerpo”, pero conseguía relajarme y al levantarme tenía períodos de dolor de cabeza que con hidratación se iban. Nada grave. Aunque había visto que las personas se convulsionaban o decían tener fuertes efectos, calambres, alucinaciones e imágenes visuales, no logre nada de eso.
A pesar de que las dosis no funcionaron en mí, cuando se utiliza un reproductor externo, grabadora, bocinas de la computadora aun a gran volumen tampoco surte efecto.
Con las dosis para “llevar”, a pesar de ser más ruidosas, sólo conseguía dolor de cabeza, y que los sonidos del exterior (claxon, música, tráfico, pláticas y demás) interfieren en la concentración. Además de no estar concentrado cuando caminaba por la calle, llegué a pasarme de mi estación del Metro por cerrar los ojos y relajarme.
Un par de amigos las utilizaron unas veces, pero tampoco lograron conseguir efecto alguno.
Ponerse el soma de ese mundo feliz que describe Huxley es complicado. Tal vez la idea de estas drogas sea, en el futuro, como las fiestas que llaman Yoga Rave, donde no hay alcohol, ni estupefacientes y sólo se baila y canta con música electrónica mezclada con mantras. Después de bailar se sientan, aislados un momento, en silencio y una persona guía una meditación. Luego la fiesta sigue.
Pero no todos estamos listos para las drogas virtuales, ni los yoga rave.

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